La cultura empresarial (o cultura organizacional) es la forma de comportamiento esperada dentro de la organización. Abarca creencias y valores que comparten los colaboradores de una compañía con mayor o menor conciencia. Por lo común, esta cultura tiene su origen entre quienes la crearon y quienes la dirigen. Con el tiempo, esas creencias y valores se comunican, se afianzan y se propagan de varias formas y con mayor o menor conciencia del proceso. En última instancia, la cultura empresarial da forma a las percepciones, los comportamientos y la comprensión de quienes colaboran en un negocio respecto del negocio mismo.
Conviene insistir en que las personas, nosotros, somos quienes damos forma a la cultura empresarial, pues se refiere a cómo somos y cómo hacemos el trabajo día a día. Una buena cultura empresarial puede ser inspiradora, energizante, motivadora e incluso gratificante para todos, desde la alta dirección hasta los de nuevo ingreso.
Cultura empresarial y bienestar personal
El interés por estimular el grado de compromiso del personal con la empresa no es un fenómeno nuevo. Desde principios del siglo pasado, los directivos se dieron cuenta de que conviene buscar cómo reforzar ese grado de compromiso. De manera elemental, se pensó que el recurso más efectivo sería mediante las recompensas, sueldos o prestaciones.
Pero en los últimos años se ha descubierto que eso no siempre es suficiente. El grado de satisfacción que una persona obtiene de realizar las tareas que le corresponden también tiene un peso determinante en el bienestar individual.
Aunque las nociones de felicidad y satisfacción no se pueden medir como el salario, son factores a los que se presta una atención que va en aumento. De manera paralela, se toma en cuenta el grado en el que cada persona puede retener su propia individualidad, sin sentir que la organización le impone ciertas maneras de ser y de pensar.
Impacto de la cultura empresarial sobre el negocio
El grado al que una persona se compromete con los objetivos de cierta organización es un indicador de sus sentimientos respecto al puesto y funciones de trabajo, al entorno laboral y por extensión, a la organización en sí. Cuando dichos sentimientos tienden a lo positivo, hay mayores probabilidades de que las personas sean más productivas y que sientan, además, que su trabajo les proporciona un sentimiento de satisfacción individual, además de que les da un salario y prestaciones con los que se satisfacen las necesidades materiales.
También es más probable que permanezcan en la empresa durante un período prolongado. Aquellas empresas que tengan una cultura mejor desarrollada contarán con personal más comprometido a nivel organizacional. Además de que la cultura impacta en el desempeño de la gente, afecta los niveles de motivación y la calidad del servicio.
Del mismo modo como resulta menos costoso retener un cliente que adquirir uno nuevo, igual ocurre con los colaboradores. Bajas tasas de rotación y de ausentismo evidentemente disminuyen los costos de contratación. En un horizonte a más amplio plazo, abatir las tasas de rotación le da a la empresa mayor capacidad para desarrollar exitosamente proyectos nuevos, de largo alcance y más ambiciosos.
El mejoramiento de la cultura empresarial
La cultura empresarial mejor interiorizada es aquella definida y gestionada por los propios empleados. Es un ideal en el que conviene invertir recursos y esfuerzo.
Una manera particularmente efectiva de crear una cultura empresarial de calidad consiste en invitar al personal a identificar qué hace que su empresa sea diferente. En todo caso, que digan cómo les gustaría que fuera. Como siguiente paso está la cuestión de determinar cómo conseguirlo y también, establecer canales para comunicar los cambios acordados y las nuevas orientaciones.
Construir una cultura organizacional sólida, que realmente se gane la adopción de la gente, es un proceso gradual. La ruta y el método hacia ese objetivo es una tarea que cada organización debe definir según sus propias fortalezas y capacidades. Aunque la fórmula única no existe, lograr un buen resultado implica de cualquier modo contemplar los siguientes aspectos.
- Hacer un análisis para determinar si los objetivos de negocio y la manera de procurarlos están alineados con los valores
- Determinar cuáles son los cambios que se deben introducir, para ajustar dicho alineamiento
- Destinar recursos para que la marca represente los valores internos con la misma efectividad con la que atrae a los clientes
- Revisar los procesos de reclutamiento de nuevos colaboradores, y la inducción de los contratados
- Emprender mediciones objetivas, que permitan evaluar sí se está atrayendo al talento correcto.
Aprovechar la tecnología
Desarrollar o mejorar la cultura empresarial es un proceso gradual. Además de representar una actividad de comunicación que se debe realizar constantemente, también necesita los medios para hacerse presente en la cotidianidad del lugar de trabajo.
De ahí que una aplicación como e-point representa un recurso especialmente efectivo en este sentido. Los empleados interactúan constantemente con la organización y cada contacto es una oportunidad para hacerla presente.
A través de un dispositivo móvil, e-point permite a cada colaborador solicitar vacaciones, recibir capacitación o enterarse de las campañas internas y de los programas especiales que la empresa le ofrece. Inclusive las evaluaciones del clima organizacional, que la legislación laboral recomienda o exige según el caso, se pueden aplicar mediante e-point.
De un modo u otro, todas son instancias que permiten plasmar las particularidades de la cultura organizacional ante el personal. Las empresas que logren aprovecharlas gradualmente lograrán consolidar el vínculo entre un negocio y su gente, para beneficio del negocio y también, para el de las personas.