Lo que en esta ocasión queremos destacar es que la cultura empresarial no tiene por qué entenderse solamente como una serie de frases acerca de la misión de la empresa. Tampoco se limita a una lista de atributos de conducta, “servicialidad”, “honestidad”, “puntualidad” y cosas por el estilo. La cultura empresarial también abarca la manera particular en la que una empresa decide regular las actividades diarias.
Un ejemplo concreto
Veamos el ejemplo de la restaurantería. Por supuesto, existen muchas maneras en las que un mesero puede tomar la orden a un grupo de comensales. ¿Debe saludar? ¿Debe presentarse? ¿Debe tutear? ¿Se admite que lo decida a criterio? No se necesita que cada negocio tenga un modo singular y propio, bajo pena de que se diluya su cultura empresarial si eso pasa. Lo que interesa es que si esta manera de trabajar es la misma entre todo el personal y en todos los locales (suponiendo que se trate de una cadena), las probabilidades de que los comensales se apeguen al negocio son mayores.
El asunto no para ahí. El negocio funcionará con mayor eficiencia en la medida en la que esa uniformidad se extienda a todo el proceso de atención. Comienza con la toma de orden y acaba con dejar la mesa limpia para el siguiente comensal. En medio, hay numerosos pasos, como el momento de colocar los cubiertos, el modo de pasar la comanda a la cocina, cuándo dejar a los comensales solos y cuándo hay que estar atento para que darles respuesta en cuanto probablemente la vayan a pedir.
Dar a conocer la cultura empresarial
La cuestión ilustrada aquí con el ejemplo del negocio de la comida en realidad es propia de cualquier empresa de servicios. Una peluquería, un negocio de tatuaje, una reparadora de electrodomésticos, una hotel de mascotas para cuando los amos salen de viaje, una clínica de pilates… la lista no acaba.
Resulta relevante porque otra cuestión que es común en estos negocios es la rotación de personal. Lo ideal, claro, es que sea lo más bajo posible. Sin embargo, las probabilidades en ese sentido son pocas. El grado de capacitación que estos negocios requieren de su personal es relativamente bajo. Por consiguiente, la tendencia es que su tasa de rotación tiende a ser alta.
Conviene, por supuesto, que las cabezas de un negocio se esfuercen por abatir la rotación. Pero siempre la habrá. Así, también es importante que procuren mayor eficiencia en la divulgación de la cultura empresarial entre quienes no la conocen o no acaban de familiarizarse con ella. De la misma manera, es bueno que esa información sobre cómo funcionar, los muy particulares de una cierta marca y los similares a los de cualquier competidor, estén siempre a la mano.
Este asunto crece más y más en importancia en la medida que un negocio tenga mayor número de colaboradores y sobre todo, si ese crecimiento se da por causa de contar con varias sucursales.
En términos de desarrollo de la cultura empresarial, que es el asunto que nos ocupa, lo que más interesa es que cualquiera pueda consultar con facilidad las generalidades y las precisiones de dicha cultura, cada que tenga necesidad de un recordatorio.
La intranet de bolsillo
La mayoría de las empresas de hoy cuentan con sitios web, tiendas en línea o presencia en diferentes redes sociales. Es una situación no solo común sino hasta esperada. Pero hace unos años, 20 ó 15 apenas, esos recursos todavía eran una excepción más que regla.
Conforme el uso de esos recursos se propagó, también se extendió el uso de la comunicación en línea para el concepto de la intranet, una forma en la que la empresa trabajaría en conjunto de manera coordinada, gracias a que las reglas de operación estaban al alcance de todos. La condición era que los colaboradores tuvieran acceso a una terminal de cómputo de escritorio.
Los teléfonos celulares (o más propiamente, los dispositivos portátiles con acceso a redes inalámbricas) transforman por completo la cuestión. En México, el total de dispositivos móviles (98.5 millones) ya supera al número de personas económicamente activas (60.1 millones) Dar por hecho que cualquier colaborador tiene en su bolsillo una herramienta que le permite consultar la información que sus patrones necesitan que conozca para hacer su trabajo es algo del todo razonable. Ese futuro ya es actualidad.
Relaciones laborales en línea
Por extensión, la comunicación entre la empresa y el colaborador ya se puede solventar en prácticamente al 100% por esa vía. El modelo de funcionar en cuanto a relaciones laborales adquiere una nueva dimensión.
Cualquier necesidad que el colaborador tenga la resuelve literalmente en la palma de su mano, en donde esté, aún fuera de las instalaciones empresariales. Hablamos de cosas tan cotidianas como conocer a cuántos días de vacaciones tiene derecho, tan esporádicas como las oportunidades internas de ascenso o tan trascendentales para su desarrollo personal como el estado que guarda su proceso de reclutamiento si se postuló para obtener ese ascenso.
Del otro lado de la barrera, la empresa sabe que cada colaborador tiene acceso a la información que necesita sobre su puesto de trabajo, qué cuidar, qué evitar, qué se recomienda y qué se desaconseja. Esto se resuelve además de forma ordenada, organizando los mensajes atendiendo a la manera como los colaboradores la comprenden y necesitan y no de acuerdo al área que genera esa información.
La intranet sirve como ventanilla única, a donde cada departamento responsable de generar información la pone al servicio del colaborador. Se obvia la necesidad de que las personas vayan de un escritorio o de una oficina a la que sigue, hasta encontrar lo que buscan. Al mismo tiempo, el personal de recursos humanos se libera de su función rutinaria y transaccional, y puede concentrarse en actividades de gestión que realmente agregan valor a la plantilla laboral.
Un factor nuevo, la gamificación
Hay otro elemento que añade importancia a la intranet “de bolsillo”, en el sentido en el que aquí se habla, la gamificación.
A medida que los especialistas indagan en los rincones de la naturaleza humana, se ha demostrado que si hay algo que puede atrapar nuestra atención es el juego. Al jugar, nuestra capacidad de aprendizaje y nuestra disposición a intentar las cosas de nuevo alcanzan su más alto nivel. Por eso ha surgido toda una disciplina que se propone crear entornos a modo de juego para fines específicos y prácticos, en vez de la simple distracción.
Podemos mencionar dos asuntos en los que tiene un campo de desarrollo. Uno, ya comentado, es la inducción respecto de la cultura empresarial en sus aspectos prácticos. Gamificar facilita transmitir el conocimiento sobre cómo es que los colaboradores deben cumplir sus obligaciones. También permite desarrollar dinámicas que ponen a prueba la calidad del aprendizaje mediante un juego, lo que refuerza lo aprendido.
Otro asunto es el de fomentar el bienestar en el ámbito laboral. Se habla mucho de que el estilo de trabajo más común hoy por hoy exige largas horas de sedentarismo. Organismos que de manera natural están condicionados para el desplazamiento constante deben mantener una misma posición para hacer su trabajo. Asimismo, se señala a los hábitos alimenticios y de pensamiento, en los que cada quien puede ejercer un mayor control y por consiguiente, una mejor condición de salud física y anímica, si sabe cómo. Así, el desarrollo de las aplicaciones de juego ha abierto la posibilidad de crear aplicaciones accesibles mediante un dispositivo móvil con las que se puede estimular el desarrollo de mejores hábitos de vida.
Por último, la tecnología tiene la capacidad de dar seguimiento estrecho a la actividad de los usuarios. Jugar en línea permite registrar en automático cada acto. No se trata de acumular datos de comportamiento sin más. El entorno de juego, que atrae por sí solo el uso, se puede transformar en un sistema que recompensa a quien juega y estimula el hecho de jugar más y más.
Es un hecho que una empresa moderna no puede prosperar sin sistemas digitales. Igual de verdadero es que las barreras de acceso a esos recursos son cada vez más bajas. ¿Te gustaría saber cómo aprovechar e-point para afianzar tu cultura empresarial? Platiquemos.